Editorial
Revista N° 151
Edición Junio-Julio
El desafío de articular la política sectorial con las políticas gubernamentales
Cumplidos dos años y medio de gestión, el presidente Macri reemplazó al titular del ministerio de Energía Ing. Juan J. Aranguren por el Ing. Javier Iguacel.
Medió la frase que al primero le tocó bailar con la más fea. Verdad parcial, por cierto, ya que hace referencia a la disminución de subsidios, medida que había sido aceptada por gran parte de la sociedad antes de la elección presidencial y sin embargo fue resistida en su modo de ejecución. En cambio, a favor de la gestión saliente cabe señalar por ej. que el sector energético lideró las inversiones en generación eléctrica, de fuentes renovables y convencionales.Es decir obtuvo resultados positivos para la expectativa del gobierno.
Aunque no pudo explicar, ni aún en el Congreso de la Nación, el precio fijado para el gas en boca de pozo, que ha significado un aumento importante en beneficio de las compañías productoras y solventado por los usuarios de gas y electricidad.
Pero a partir de la corrida cambiaria del mes de mayo pasado, todo cambió. La Argentina no es la misma. En pocos días pasamos de un valor dólar que rondaba los 20 pesos a otro que arañaba los 30. El cambio es sustancial, con fuerte impacto en la economía real. La producción de hidrocarburos ya se había dolarizado, así como toda la producción de energía eléctrica nueva contratada, renovable y no renovable, también la energía producida por equipos existentes y ya amortizados .El impacto de este aumento aún está por verse en la producción y en la sociedad.
El gobierno salió de urgencia a buscar un crédito Stand-by del FMI, en forma precautoria dijo el presidente.
Así fue firmado poco después con las condicionalidades que ya conocemos los argentinos en cuanto a reducción del déficit fiscal, y limitaciones a políticas soberanas.
Mas allá de la gestión sectorial, con sus naturales aciertos y errores, cabe señalar que la disociación de la política sectorial con las políticas económica, financiera, cambiaria, y social, puede ser de gravísimas consecuencias. Circunstancias que hoy están a la vista.
Formular políticas de imposible o dificultoso cumplimiento es lo peor que le puede pasar a un gobierno porque afecta a su credibilidad. La suma de los óptimos sectoriales no da como resultado el óptimo para el conjunto.
Eso lo logra sólo una acertada conducción política, que a todas las áreas englobe direccionando el proceso hacia el desarrollo en forma sustentable.
De ello depende el futuro y el bienestar de los argentinos.